Agustín Ahumada y Villalón (1755-1760)

El virrey, efectivamente, ya tenía algún tiempo estar enfermo, murió y fue sepultado en la iglesia de la Piedad.
Francisco Echeverri (1760)
Cuando murió el marqués de las Amarillas, la Real Audiencia de México abrió el pliego de mortaja y encontró que se nombraba virrey interino de Nueva España al gobernador de Cuba, de febrero a junio.
Francisco Antonio Cajigal de la Vega (1760)

Fue durante 13 años gobernador de Cuba, de 1747 a 1760, cuando se convirtió, durante cinco meses, en virrey de Nueva España, administran toda la colonia española. De regreso a España participó en la guerra de los Siete Años contra los ingleses. Hizo su entrada en México el mismo mes y se ocupó de inmediato en revisar el estado de cuentas de la hacienda; concedió libranza de derechos por diez años a los productos provenientes de La Florida y de Panzacola, con lo que ayudó mucho a la economía de aquellas lejanas gubernaturas; declaró libres de alcabalas los productos de hierro y acero, para el beneficio de la minería. Para aumentar los ingresos vendió los derechos de naipes y de recaudaciones de la Aduana de Veracruz, por cinco años. Hizo ascender los efectivos del ejército a 3,000 hombres y a su hijo lo nombró comandante de la compañía a caballo de los guardias virreinales.
Como Fernando VI había muerto subió al trono español el rey Carlos III y fue expedido un indulto general que sin embargo no agració a muchos presos porque estaban en las excepciones. Este virrey no fue honrado y dispuso que se le otorgara un sueldo muy alto y se le cubriesen los gastos, muy caros, de su viaje de ida y de regreso a La Habana, a donde llegó de nuevo como gobernador. Falleció en su localidad natal a los 82 años de edad.
Joaquín de Montserrat (1760-1766)

Para arreglar administrativamente a la Nueva España arribó el visitador don José de Gálvez, con plenos poderes para introducir reformas de fondo y nuevos conceptos en el manejo de la economía del Virreinato.
Gálvez, después de realizar muchos viajes al interior del país y de observar y estudiar todos los problemas que eran planteados en el Virreinato, empezó a intervenir, por lo que el virrey se disgustó, renunció al cargo y regresó a España.
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